Las plantas de un bosque nativo parecen estar organizadas en una sociedad donde comparten y compiten por la vida. Los árboles grandes, las palmas y las guaduas se elevan hasta lo alto para recibir sol. De sus troncos y ramas penden bejucos, lianas, parásitas y orquídeas que aprovechan la altura para estar cerca de la luz. Más abajo se encuentran árboles que pueden vivir y prosperar a la sombra de los más altos. En la hojarasca del suelo pelechan helechos, musgos y hongos, acostumbrados a vivir con poca luz y que necesitan la humedad del suelo.
También los animales habitan en diferentes alturas del bosque. En el suelo hay una enorme diversidad de insectos, lombrices, arañas y gusanos encargados de la descomposición de la materia orgánica, junto con millones de microbios que dan la fertilidad al suelo. Por el piso andan muy cerca del suelo lagartos y culebras, ratones y otros más altos como cerdos, vacas, caballos, perros y gatos junto con otro montón de animales de selvas y llanuras y nosotros. En lo alto, con sus casas en los árboles, hay monos, pájaros, murciélagos, búhos, abejas y avispas. Otros, como las ardillas y los tigrillos, recorren el espacio del bosque, a veces por arriba, a veces por abajo, para conseguir su alimento.