Si queremos que un producto incremente su valor debemos transformarlo en algo que sea más atractivo para los clientes. Si ponemos los tomates y las frutas a secar al sol, obtenemos frutos secos que valen más que los productos en su forma natural. Si envasamos las verduras en vinagre o los tomates secos con aceite, hierbas y condimentos, tendremos productos en conserva que se pueden vender a mejor precio. Así, todos los productos ganan valor cuando se les invierte trabajo y se transforman en algo más elaborado.
En una granja todo se puede procesar y transformar, desde la leche, las frutas, las semillas, las hierbas y las verduras, hasta los animales.
Los alimentos procesados se conservan mejor y duran más tiempo y se venden a mejor precio que frescos. Estos se pueden comercializar en las tiendas de las veredas o sirven para hacer trueques con los vecinos: yo produzco queso y te lo cambio por mermeladas.