Una buena idea es sembrar pastos y forrajes directamente en los potreros para que los animales pasten y ramoneen, es decir, se coman las ramas de los árboles. También se pueden sembrar en otros lugares para después cortarlos y llevarlos hasta los potreros.
Para la selección de pastos y forrajes, hay que tener en cuenta lo siguiente:
Que les gusten a los animales.
Que tengan un alto valor nutricional y que sean ricos en proteínas, minerales, azúcares, fibra y vitaminas.
Que toleren podas frecuentes o pastoreo y rebroten fácilmente.
Que no contengan sustancias tóxicas.
Que no transmitan colores o sabores desagradables a la carne o a la leche.
Que se adapten bien al clima y al suelo de cada sitio.
Muchos de los animales de la finca se alimentan de pastos o gramíneas pues estos les aportan carbohidratos y vitaminas. Algunos de los pastos más utilizados son jaraguá, braquiaria, kikuyo, pasto elefante, puntero, estrella africana y guinea, entre muchos otros. Estos suelen sembrarse cuando se establecen los potreros, pero también se pueden realizar resiembras con otras variedades que se den mejor en ese terreno, o que ayuden a aumentar la diversidad y la calidad de la alimentación animal, y el cuidado del suelo.
Existen algunas leguminosas de la familia del frijol, como alfalfa, vitabosa, maní forrajero, trébol rojo y trébol blanco que además de asociarse con los pastos para mejorar su productividad, les aportan minerales y proteínas a los animales. Estas leguminosas se pueden fertilizar con abonos sólidos y líquidos (págs. 67-77) un mes después de su germinación y reabonar cuando el potrero esté en descanso.
Los pastos son parte de la mayoría de los ecosistemas terrestres, por lo que crecen en casi cualquier sitio del mundo, desde las cimas de las montañas hasta el nivel del mar. A estas plantas, pioneras de terrenos intervenidos, las encontramos de muchas formas diferentes. A la familia de los pastos pertenecen, por ejemplo, la guadua, la caña de azúcar, la cañabrava y el maíz.
La humanidad ha usado esta gran familia botánica desde hace miles de años y a su lado han florecido varias culturas en todo el planeta: en Asia, con el arroz y la caña de azúcar; en Asia, Europa y el norte de África, con la cebada y el trigo; en el norte de Europa y Rusia, con el centeno; en Europa, con la avena, y en América tropical, con el maíz.
Por su alto valor nutricional, los frutos, vainas y hojas de las leguminosas, como matarratón, chachafruto, leucaena, cámbulo, guandul, y petaco, entre otros, forman parte de la alimentación de muchos animales silvestres y domésticos.
Estas plantas tienen además, la capacidad de fijar en el suelo el nitrógeno presente en el aire para que las otras plantas lo puedan utilizar, mejoran la fertilidad del terreno y aumentan la capacidad de carga de un potrero; es decir, la cantidad de animales que puede albergar y alimentar
Las leguminosas se pueden asociar con otros árboles y arbustos forrajeros, como quiebrabarrigo, guásimo, botón de oro o ramio, y con pastos que formen diferentes niveles de altura, que permitan aprovechar mejor el espacio y la energía solar.
Hay que tener presente que antes de introducir a los animales en los potreros lo ideal es sembrar en ellos plantas forrajeras. Esto con el fin de garantizar que estas crezcan y que sean una buena fuente de nutrientes. Sin embargo, si se quiere plantar forrajes en los potreros ya establecidos, estos se deben cercar cuidadosamente mientras crecen.
Tener árboles en cercas vivas y potreros también es muy importante porque las raíces, que según el tipo de planta llegan a distintas profundidades del suelo, forman una red debajo de la superficie que amarra el suelo e incrementa la cantidad de materia orgánica. Además, los árboles extraen agua y nutrientes que se liberan cuando las hojas caen y se descomponen. Estos nutrientes quedan en la capa superior del suelo, disponibles para nutrir otras plantas, entre ellas los pastos.
Cuando en los potreros hay diversidad de cultivos aumenta la presencia de aves y reptiles, los cuales disminuyen el número de parásitos internos y externos, como garrapatas y moscas. Además, con un manejo responsable, las desyerbas son mínimas y se reduce la deforestación.