El agua que llega a nuestros hogares generalmente viene del subsuelo, de quebradas o de la lluvia y no tiene tratamiento de purificación, por esto puede transmitirnos enfermedades graves como la malaria, el cólera, la fiebre tifoidea, los parasitismos y la hepatitis. Para volver potable el agua y poder consumirla con tranquilidad, es necesario hervirla y filtrarla. Además para otros usos de la casa es recomendable purificarla con productos químicos como el cloro y la piedra lumbre.
El agua no tratada debe hervirse como un primer paso de purificación, sin embargo es necesario, luego de haberla hervido, pasarla por un filtro.
Las aguas de pozos no profundos, las recogidas de los techos o inclusive las de algunas quebradas suelen tener mugre y estar contaminadas con heces fecales humanas o de animales, que traen enfermedades.
Es por esto, que debemos usar agua purificada en nuestra ducha diaria, en el lavado de los utensilios de la cocina, de las manos y de los dientes, entre otros. Así mismo, lavar la ropa con agua limpia, evita que ésta se curta.
La purificación casera del agua para lavados, consta de dos procesos, uno para clarificarla y otro para purificarla.