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Fuentes de agua

Fuentes de agua

En nuestra finca o parcela podemos tener varias fuentes de agua: agua lluvia, nacimientos, ríos, quebradas, lagos, pozos y acueducto. Conocerlas y manejarlas de la mejor manera es clave, por lo cual hay que:

  • Identificar todas las fuentes de agua de la finca. Algunas fuentes de agua son nacimientos, aguas subterráneas, quebradas, ríos, lagunas, aguas lluvias o acueductos veredales. Debemos controlar y proteger las fuentes de agua, pues todas tienen importancia ecológica y económica.
  • Conocer por dónde corre el agua. Debemos recorrer el terreno para conocer las características del paisaje y su relieve. Esto nos dará ideas claras sobre qué se debe hacer para utilizar de modo correcto el agua dentro de la finca.
  • Encontrar el mejor lugar. En las partes más altas de la finca es más fácil controlar el agua que corre por la superficie. Además, allí se puede almacenar en tanques o reservorios para conducirla e infiltrarla por toda la finca, aprovechando la gravedad.
  • Definir cómo la vamos a utilizar. Al diseñar el paisaje de un terreno se debe aprovechar el agua para mejorar las condiciones de la tierra, y así aumentar la producción. Hay que tener en cuenta el control, almacenaje y el aprovechamiento óptimo del agua, ya sea de lluvia, de arroyos, de manantiales, entre otras fuentes.

 

El agua lluvia

Por estar ubicada en la zona tropical, Colombia no tiene estaciones y el clima se mantiene muy estable durante todo el año, con temporadas secas en diciembre-enero y en julio-agosto y temporadas de lluvias en abril-mayo y octubre-noviembre. Tener en cuenta estas épocas nos puede ayudar para tomar decisiones sobre el almacenamiento y uso del agua en nuestra finca.

El agua lluvia se puede aprovechar de diferentes maneras.

La lluvia en los techos

Podemos recolectar y almacenar el agua lluvia que cae sobre los techos de las casas y otras instalaciones de la finca, para usarla luego. La mejor manera de hacerlo es poner canaletas metálicas o plásticas en los aleros de los techos, conectadas a un tanque de plástico o de cemento para su almacenamiento.

La lluvia que cae al terreno

Toda parcela tiene su área de captación de agua lluvia. En esta área, que debería ser la más alta de la finca, es donde debe haber las condiciones adecuadas para que el agua lluvia que caiga encuentre una cobertura vegetal que actúe como una especie de esponja que la retenga, la filtre y la libere gradualmente. Cuando existe esta capa protectora, el agua se almacena en el subsuelo, se reducen las inundaciones en invierno y el suelo se mantiene húmedo en el verano.

Todas las fincas, por más planas que parezcan, tienen una parte más alta, y mientras este lugar se mantenga húmedo, con bosques y un suelo cubierto, no habrá problemas en conducir el agua hacia el resto del terreno con la ayuda de la gravedad, para regar los cultivos, dar de beber a los animales y utilizarla nosotros mismos.

 

Para recolectar esta agua, debemos identificar las vertientes.

Vertientes

Las vertientes son aquellas zonas que actúan como la canoa de un techo, recogen y conducen el agua lluvia hacia un arroyo, una quebrada o una fuente de agua mayor.

Al tener identificadas las vertientes por donde baja el agua escurriéndose sobre la tierra, podremos almacenarla. En estos puntos el agua aún no fluye con fuerza erosiva, por lo cual es fácil de almacenar y de conducir.

Pero, ¿hacia dónde la debemos conducir? Lo ideal es dirigirla hacia las laderas, que siempre son más secas. Podemos conducirla por una zanja a desnivel que la lleve suavemente a un reservorio, cisterna o tanque de reserva hecho en la tierra.

Las zanjas hechas en la tierra para que el agua transite cumplen la doble función de conducción e infiltración. Debido a la leve pendiente con que se construyen estas zanjas, el agua viaja por ellas a poca velocidad, dándole tiempo y espacio para que una parte del agua se infiltre en el suelo y vaya humedeciendo la tierra a su paso. Una vez lleno el reservorio o tanque, el agua buscará salida, y por eso el reservorio tiene un rebose. Por este rebose dirigiremos el agua, gracias a la gravedad, hacia otra zanja en curva a desnivel que conducirá el agua a un reservorio situado a menor altura.

Sucesivamente, de un reservorio a otro, llegaremos a la parte más baja de la finca, donde devolveremos el agua a la fuente, después de haber hecho un recorrido mucho más largo que el que generalmente hacía. El agua ahora deja el suelo mucho más mojado y fértil, y vuelve a su cauce más pura y mineralizada. Solo la retuvimos por un periodo de tiempo más prolongado dentro de la finca.

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