Nuestras casas deben tener estabilidad y buenos cimientos para resistir los temblores y el paso del tiempo. Existen diversos tipos de suelos, por lo tanto se deben adoptar diferentes sistemas de cimentación para que las construcciones queden estables y no sean húmedas en su interior. De igual modo, una buena cimentación, impedirá que los suelos se agrieten y que sean de corta duración.
En tierras planas e inundables las viviendas se apoyan en pilotes separados del piso para que cuando vengan inundaciones se encuentren protegidas. Estas casas suelen ser de madera, incluyendo el piso, de especies duraderas y resistentes a la humedad como el “abarco”, el “mangle”, o el “parasiempre”.
Hay superficies de rocas y arenas permeables donde las aguas del subsuelo corren fácilmente. En este caso, los cimientos pueden ser de la misma piedra o concreto reforzado con hierro para darle mayor estabilidad.
En suelos arcillosos poco permeables, para evitar que la humedad entre a la casa y reviente los pisos, es recomendable rodear las construcciones con filtros de piedra envueltos en “geotextil” no tejido, que permite el paso del agua sin dejar pasar tierra o pantano.
Las viviendas, bien sean de muros de bloques, ladrillos artesanales, tapia, bahareque, madera o guadua; necesitan fundaciones enterradas mínimo de 20 a 30 centímetros por debajo de la superficie después de haber retirado la tierra orgánica. Éstas se construyen con piedras grandes, las cuales se pueden mejorar agregando concreto. Para suelos inestables o para construcciones más pesadas se recomienda hacer las fundaciones en concreto reforzado con hierro.
En zonas húmedas se recomienda utilizar polietileno grueso sobre el suelo preparado, pisado y nivelado. También se puede poner plástico sobre la piedra, para evitar que el concreto se filtre. Si la humedad es mucha, se recomienda rodear la casa con un filtro de piedra.