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La regla de oro de las 3 M

La regla de oro de las 3 M

La regla de oro de las 3 M

Es muy importante entender que el suelo es un ser vivo que debe estar saludable. La regla de oro de las 3 M busca el equilibrio entre los Minerales, la Materia orgánica y los Microorganismos.

Si tomamos en cuenta algunas buenas prácticas que protejan la tierra, tendremos suelos vivos y sanos. Una buena idea para cuidar el suelo es mantenerlo cubierto con algo de vegetación que evite que el viento, el agua que corre por la superficie y las lluvias se lo lleven a otros sitios; esto es lo que llamamos erosión. La exposición directa al sol deteriora los microorganismos del suelo y reseca la tierra, lo que hace que esta pierda humedad. También es importante tener presente que el uso intensivo de maquinaria agrícola, las quemas o las pisadas del ganado compactan y erosionan el suelo, y le hacen perder las características necesarias para producir buenas cosechas.

Aprender a identificar las necesidades del suelo nos ayuda a mejorar nuestros cultivos, al igual que todo lo que vive y crece en él. Los suelos de la finca necesitan reposo para recuperarse después de la cosecha, y por eso hay que mejorarlos gradualmente. La manera ideal de hacerlo es entender que al usar la regla de oro de las 3 M (Materia orgánica, Microorganismos y Minerales) podemos ayudarle al suelo a recuperarse, y así mejorar nuestras cosechas y nuestro ambiente, que se poblará de una gran variedad de animales y plantas que creará un ecosistema equilibrado.

Suelo 3

 

Minerales

Cada mineral tiene su propia composición y propiedades. Muchos de ellos son fundamentales para el crecimiento y la buena nutrición de todos los seres vivos. Fósforo, potasio, calcio, magnesio, silicio, cobre, azufre, carbono y muchos más son algunos de estos minerales. Los podemos obtener gracias a las rocas que, con el paso de muchos años, se disuelven en el suelo por la acción del agua lluvia, de los ríos y quebradas, y por el contacto con el oxígeno, con los vegetales en descomposición y con los microorganismos.

En la Naturaleza, estos procesos tardan entre 300 y 1.000 años, pero cuando trabajamos bien el suelo, podemos adelantarnos en la escala del tiempo de la Naturaleza y construir un suelo fértil en unos pocos meses.

Algunas fuentes de minerales necesarias para el enriquecimiento del suelo son las cáscaras de huevo secas y molidas, la ceniza de árboles nativos, las rocas molidas o la arena de río.

Materia orgánica

Un suelo con materia orgánica retiene los nutrientes y el agua, está protegido contra la erosión, los rayos directos del sol y el viento, al tiempo que mejora la disponibilidad de minerales para los cultivos mientras permite una buena aireación. La materia orgánica está compuesta por residuos de plantas (hojas, flores, ramas, etc.) y de animales (pelo, estiércol, etc.)

Un suelo con buenas cantidades de materia orgánica, como el del bosque, es un suelo de color negro que permite que el calor se conserve en el interior, algo fundamental para la actividad de los microorganismos que viven ahí.

Una excelente fuente de materia orgánica para los suelos son los abonos sólidos.

Microorganismos

Los microorganismos del bosque están compuestos por bacterias, hongos, algas y protozoos que viven en completa armonía y permiten que el suelo tenga vida, respire y sirva como un gran estómago, capaz de digerir todo lo que muere sobre él y de descomponerlo en pequeños pedacitos que vuelven a entrar al ciclo de la vida, y sirven de alimento a plantas y a otros seres.

Las plantas también contienen microorganismos y, cuando los animales o humanos las consumimos, los llevamos a nuestro interior. Esto significa que si 5 8 tenemos bajo nuestros pies un pedazo de tierra viva y saludable somos muy afortunados, mejor dicho, ¡somos ricos! Hay millones y millones de microorganismos ahí que nos van a permitir tener alimentos nutritivos y saludables.

Nuestra salud comienza en la salud del suelo. Por eso, cuando comemos frutos de la tierra, estamos llevando a nuestro interior todo un mundo de sustancias y microorganismos que ayudan a nuestro cuerpo a cumplir funciones como respirar, digerir la comida, pensar, caminar y estar saludables.

Una buena opción para incrementar la cantidad de microorganismos en los suelos, y mantenerlos balanceados, consiste en aplicar abonos que contengan microorganismos nativos del bosque.

Todo lo que le demos al suelo, este nos lo devolverá con generosidad.

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