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Rotación de los cultivos

Rotación de los cultivos

 Rotación de los cultivos

Los cultivos se deben rotar para que las plantas no consuman siempre los mismos nutrientes de la tierra y la agoten.

En cada cosecha, las plantas extraen nutrientes del suelo que luego hay que reponer para que este pueda seguir siendo saludable y generoso. Para evitar que el suelo se canse o se desgaste, es conveniente hacer una correcta rotación de los cultivos entre cosechas. Cuando rotamos los cultivos e intercalamos diferentes tipos de plantas, garantizamos que no se extraigan los mismos tipos de nutrientes de la tierra.

Tipos de cultivo. Existen tres clases principales de cultivos: los de hoja-tallo (acelga, apio, cebolla de rama, espinaca, hinojo, lechuga), los de fruto-semilla (berenjena, calabaza, melón, pepino, pimentón, tomate) y los de raíz (papa, rábano, remolacha, zanahoria). Si sembramos, por ejemplo, vegetales de hoja-tallo, luego podemos plantar frutos, o raíces. Si sembramos raíces (rizomas o tubérculos), luego sembramos hoja-tallo o frutos.

Ejemplos:

Es recomendable sembrar frijol, soya, alverja, habas, habichuela, etc., al menos cada dos años para que enriquezcan el suelo. Por extraer pocos nutrientes, las lechugas pueden sembrarse en el mismo lugar dos veces seguidas, sin afectar la fertilidad; en cambio los repollos, coles o coliflores solo pueden volver al mismo sitio después de haber rotado por las otras zonas del cultivo, pues extraen muchos nutrientes y transmiten enfermedades por sus raíces.

Los principios fundamentales son muy sencillos:

  • Alternar cultivos que tengan diferentes tipos de vegetación: hortalizas de hoja (acelga, apio, cebolla, espinaca, hinojo, lechuga), hortalizas de raíz (papa, rábano, remolacha, zanahoria), hortalizas de fruto (berenjena, calabaza, melón, pepino, pimentón, tomate). 

  • Evitar la siembra continua de plantas de la misma familia. Son parientes la acelga, la espinaca y la remolacha; el apio y la zanahoria; el diente de león y la lechuga; la papa y el tomate.

  • Sembrar regularmente —al menos cada dos años— una leguminosa (fríjol, soya, alverja, habichuela) porque enriquece el suelo al fijar en la tierra el nitrógeno que toma del aire. 

  • Variar cultivos que exijan mucho abono orgánico como el apio, la calabaza, el maíz y el pepino, con aquellos que requieren solo un abono moderado como la acelga, la cebolla, la espinaca, la lechuga, la zanahoria y las aromáticas. 

cultivos

 

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